Fashionopolis, mi reseña del libro de Dana Thomas

Fashionopolis, mi reseña del libro de Dana Thomas

La obra que no sólo expone el lado sucio de la industria, también da esperanzas que es posible el cambio por un mundo mejor. 

Si bien la moda se puede discutir desde diferentes ópticas como sociológica, política o bien sólo como un tema banal, la autora Dana Thomas desde la introducción de Fashionopolis presenta la manera de comprender este ilustrativo libro, y es exponiendo cómo cada mañana nos hacemos una primer pregunta al despertar: ¿qué me voy a poner?. Es una óptica práctica.

Comenta que si bien nuestra ropa es una herramienta para comunicar algo e invertimos una gran cantidad de tiempo en pensar en lo que nos vamos a poner dependiendo nuestros sentimientos, el clima o nuestro compromiso laboral o social, no invertimos la misma cantidad de tiempo en cuestionarnos el origen de nuestra ropa, cómo fue hecha, y el motivo por el cuál la compramos y llegó a nuestro clóset. 

Incluso el libro comienza con la historia de cuando en 2018 la ex primera dama de los Estados Unidos Melania Trump visitó en Texas un centro de detención de niños inmigrantes, y usó una chamarra de Zara que en la espalda decía “I really don’t care do you?” (traducción al español “en realidad no me importa ¿y a ti?), a lo cual su portavoz negó que hubiera un mensaje oculto al elegir esa prenda para dicha visita en particular.

Dana cierra el párrafo con el pensamiento que de hecho no había un mensaje oculto, pero que es un devastaste reflejo de cómo vivimos el día de hoy. La prenda que Melania vistió era parte de la colección 2016, el año en que Amancio Ortega, fundador y dueño de Grupo Inditex al cual pertenece la marca Zara, era el segundo hombre más rico del mundo después de Bill Gates. 

Portada del libro Fashionopolis escrito por Dana Thomas.

Y así comienza el interesante libro que a través de hechos históricos y entrevistas cuenta cómo el modelo operativo de Pronta Moda o Fast Fashion nacido en los noventas y basado en el capitalismo, a través de los años bajo la modalidad de “Respuesta Rápida” (en inglés Quick Response) ha dado tres golpes devastadores a nuestra actualidad. 

El primero refiere a la mano de obra en economías en desarrollo, que fue provocado principalmente a causa del Tratado de Libre Comercio- TLC (en inglés North American Free Trade- NAFTA) entre Estados Unidos, Canadá y México. Relata que en los años setentas el 70% de la ropa que consumían los estadounidenses era fabricada localmente, y una vez concebido el NAFTA las regulaciones tenían que ser más estrictas hacia la maquila local, así que las marcas para salir de la nueva rigurosidad de manera “sencilla” decidieron salir a fabricar a países latinoamericanos y asiáticos donde no había normas estrictas, y además la mano de obra era más barata. 

Dicho lo anterior pasamos al segundo golpe y muy duro que fueron los derechos humanos en países en desarrollo. La industria de la moda emplea a 1 de cada 6 personas a nivel mundial, siendo la más intensa en mano de obra (más que la agricultura y la defensa); menos del 2% de estas personas ganan un sueldo digno, es decir, la mayoría no cuenta con un sueldo que les permite si quiera los gastos básicos, y la mayoría son mujeres y algunos niños también. 

Difícil de creer cuando los últimos 30 años la industria ha crecido 500 billones de dólares, y en 2018 5 de las 55 personas más ricas del mundo eran dueños de marcas de moda, sin considerar grupo Walmart. 

La tercera víctima menciona es la tierra. Comparte datos que dejan mucho que pensar, como la estimación de World Bank quien responsabiliza al sector por el 20% de la contaminación industrial anual del agua, la liberación del 10% de las emisiones de gases en nuestro aire, y además devora 1/4 de los químicos que se producen mundialmente. 

En su investigación a pesar de todo encontró esperanza gracias a los esfuerzos de creadores, emprendedores, innovadores, inversionistas, retailers, y también la creciente demanda de una nueva generación de consumidores conscientes que está forzando a la industria a cambiar hacia un sistema productivo con más valores. 

Claramente su intención al hablar de los agentes de cambio de la industria y de cómo están abordando los retos de la sustentabilidad, es invitar a los lectores a renunciar a las compras inconscientes y cambiar sus preferencias hacia el Slow Fashion o lenta moda, hacia marcas que participan en prácticas circulares y a las opciones de renta y segunda mano, con la esperanza que los ciudadanos empujemos al cambio por el bien de las personas y el planeta. 

Y lo deja claro en entrevista con Kestrel Jenkins en el podcast Conscious Chatter expresando que si ha de haber un hashtag de su libro sería #BuyLessBuyBetter (en español “compra menos, compra mejor”). 

Es el segundo libro que leo de la autora y me fascina cómo relata la historia, me refiero a los hechos históricos, y hay algo en particular que me gusta de este libro y es que ella en ninguna línea se refiere a los ciudadanos como responsables únicos, por el contrario, dice que, para ser fanáticos del cambio tenemos que entender cómo es que llegamos a este punto y por eso se regresa a la revolución industrial para ser más clara en la problemática actual de la industria. 

Encuentra Fashionopolis en su página oficial.

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